Los arboles sufren de pie, Por sus raices, asidas a la fe, enferman, lloran, fenecen, tan cruel suerte no merecen. El más humilde follaje es víctima del ultraje, ¿quién resarcirá su orgullo, quién les dará tierno arrullo? Soy el alma de los bosques que, por culpa de unos torpes, “vegetan” con flora inerte o han encontrado la muerte. Soy la entraña de los montes, de colinas, horizontes, que han quedado desolados, por algunos desalmados. Soy la esencia de natura, víctima de la incultura, de intereses de unos cuantos, por los que sufro de espantos. Florestas de oyamel y pino, ¿porqué tan brutal destino?, son taladas, son quemadas, en lugar de ser amadas. Robles, caobas maderas, tropicales arboledas, de la vida son las vetas, hay que imponer serias vedas. Contingencias ambientales, algunas monumentales, destruyen su ecosistema, por imperio, por sistema. ¡A impedir que eso suceda, que su grandeza no muera!, son los pulmones del orbe, oxíg